Un buen té acaricia los sentidos, estimula la mente y la creatividad, favorece las relaciones sociales y su bienestar físico. Ninguna otra bebida proporciona al cuerpo y al espíritu los efectos beneficiosos del té. El mérito es de la teína que contiene el té en dosis muy bajas, pero sobre todo de su aroma y de su cuerpo.
La degustación de un té es sobre todo un recorrido a través de los sentidos. Y hacerlo es mucho más que simplemente saborear, es saber reconocer los ingredientes y entender los porqués del sabor. Es, por lo tanto, disfrutar dos veces, ampliar la esfera perceptiva y sensorial, viajar por la memoria y la imaginación.
Menú de degustación
Para iniciarse en el mundo del té, debe seguir un orden de desgustación, empezando por los sabores más familiares y acabando por los más raros. Empiece por los tés negros aromatizados (con frutos o flores), como el Darjeeling. Pase a los tés Oolong y, a continuación, a los verdes, primero aromatizados y después naturales. Por último, estará preparado para saborear la sutileza del té.
Tenga en cuenta que, al igual que el vino, el té es rico en taninos. Cuanto más tiempo está en infusión, mayor es la cantidad de taninos liberados en el agua, una sustancia que, a pesar de ser sana, da a la bebida un sabor amargo. Las tisanas de hierbas no contienen taninos, por lo que pueden estar más tiempo en infusión, sin que eso altere el sabor de la bebida. |